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En el contexto del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) en España, los rendimientos negativos son aquellos que resultan de pérdidas en la inversión en productos financieros, como acciones o bonos. Estos rendimientos se incluyen en la base imponible del contribuyente y se restan de los rendimientos positivos obtenidos en la misma categoría (rendimientos del capital mobiliario) para determinar el importe neto del impuesto a pagar.

Sin embargo, esta novedad también tuvo un impacto en los rendimientos negativos. Antes de la reforma, los contribuyentes podían compensar los rendimientos negativos con los positivos en la misma categoría, sin límite de tiempo ni importe. Sin embargo, con la entrada en vigor del nuevo sistema, estos rendimientos negativos solo pueden ser compensados con los rendimientos positivos del mismo tipo (es decir, del capital mobiliario) en un plazo máximo de 4 años. Además, se estableció un límite del 10% respecto a los rendimientos positivos para la compensación de las pérdidas.